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Teoría del Caballo Muerto


Cuando algo no funciona, hay dos opciones: aceptarlo y avanzar o negarlo y quedarte atrapado. La “Teoría del Caballo Muerto” lo deja claro: si descubres que estás montando un caballo muerto, lo más sensato es bajarte. Pero eso rara vez sucede.


En lugar de enfrentar la realidad, las personas, empresas e incluso gobiernos hacen todo lo contrario. Intentan justificar lo injustificable. Insisten en revivir lo que ya no tiene vida.


Y lo hacen con estrategias absurdas:


  • Comprar una mejor silla de montar.

  • Alimentar mejor al caballo, aunque esté muerto.

  • Cambiar al jinete en vez de aceptar el problema real.

  • Despedir al responsable de los caballos y contratar a otro, esperando un milagro.

  • Organizar reuniones para debatir cómo hacer que el caballo muerto corra más rápido.

  • Formar comités para analizar el problema, generar reportes… y concluir lo evidente: el caballo está muerto.

  • Compararlo con otros caballos muertos y convencerse de que solo necesita más entrenamiento.

  • Invertir en cursos para el caballo.

  • Redefinir el concepto de “muerto” hasta que la realidad se ajuste a la narrativa.


La lección es simple: cuando algo está muerto, sigue adelante. No gastes tiempo, dinero ni energía en revivir lo que ya no tiene futuro. No te aferres a ideas rotas, modelos fallidos o promesas vacías.


Esto no es solo un problema de empresas o burocracia. Es un problema humano. Se ve en gobiernos, negocios y en la vida diaria. La clave está en reconocer cuándo soltar y cuándo seguir. Porque el tiempo es el recurso más valioso que tenemos. Y perderlo en un caballo muerto es la peor inversión de todas.

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